Cuando algo parece una locura puede ser que sea una locura. Es lo que pasa con las bodas de destino. El nombre viene, como casi todo, del inglés «destination weddings». Y se pueden definir como una boda que se realiza en un sitio, un destino, elegido por los novios y del que ninguno es originario. El lugar se elige porque les gusta. Y aquí viene la caña: los invitados van con ellos. Por ejemplo, os casáis en el Caribe y los familiares y amigos más cercanos estarán con vosotros. Suena a locura, ya lo advertía. Pero en España supone ya casi un 5% de las bodas según un estudio de bodas.net, y en Estados Unidos llega al ¡20%!, que no es tontería.Pero vamos a dejar clara una cosa: si hay un momento en la vida en el que merece la pena hacer lo que os de la gana, una locura, es en vuestra boda.
Lo normal es que se estructure la boda en tres o cuatro días. El primero como una toma de contacto para romper el hielo. El segundo para la ceremonia en sí, y el tercero e incluso cuarto para actividades «temáticas». Aquí lo suyo es hacer volar la imaginación y realizar actividades con la familia y amigos que suponga una diversión e incluso un desafío con respecto a lo que hacemos habitualmente. Imaginaos una fiesta que al mismo tiempo sea una tarde de pesca con barcas. Se puede liar, pero bien.
Por la dificultad que entraña una boda de este tipo es más que recomendable contar con una wedding planner especializada en el sector. Organizar toda la logística y coordinar todos los detalles supone un gran esfuerzo por lo que merece la pena pagar a alguien experto en esas tareas. Lo vas a agradecer cuando veas que gracias a ese gasto te has podido dedicar a disfrutar relajadamente. Ha sido una inversión.
Algo que supone una pasada es que lo razonable es que vayas al destino previamente para verificar que todo está como tu quieres. Por supuesto que todo esto hace que el precio se vaya por las nubes, pero ya hemos hablado de que es una locura que uno se puede permitir y está dispuesto a asumir.
Si hasta ahora te has ido espantando ante la perspectiva de la fortuna que puede llegar a suponer una boda así, te diré que en USA y Méjico la costumbre es que los familiares paguen el transporte y el alojamiento. Vosotros solo pagáis parte de la celebración. La filosofía es la siguiente: la familia y amigos se lo toman como el destino de sus vacaciones. Y una buena wedding planner gestiona los gastos de forma que haya buenos descuentos por grupos. Así suena un poco mejor y alivia algo, ¿verdad? Por otra parte parece ser que solo un 50% de las personas a las que les propones la idea aceptan. Los demás declinan amablemente. De esta forma el gasto no es tan estratosférico. Aunque sigue siendo alto, por supuesto. Además se puede elegir una temporada baja en el destino, con lo que los precios pueden ser más «amables».
Es muy importante hacer un Save the Date con los invitados para que no haya descoordinaciones futuras y mantener una comunicación constante a través de grupos de facebook y whatsapp para que nadie pierda puntada. Incluso crear una web básica para la ocasión. Las hay muy sencillas de crear y gestionar, no hay que asustarse.
Por último, en cuanto a destinos no hay límites. Todo depende de vuestros gustos y preferencias. Lo que sí es importante es que sea un sitio en el que se puedan hacer actividades variadas para que la experiencia sea lo más entretenida e inolvidable posible.
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